Vivimos en un tiempo en el que la oscuridad parece tener cada vez más espacio. En esta época del año, muchas personas celebran lo misterioso, lo oculto y lo tenebroso, sin darse cuenta de que detrás de todo eso hay una realidad espiritual que busca apagar la luz de Dios. Sin embargo, los hijos de Dios no fuimos llamados a escondernos ni a temer, sino a brillar con la luz de Cristo en medio de las tinieblas.
Ser luz no significa condenar ni señalar, sino reflejar el amor, la paz y la verdad de Jesús con nuestras palabras, nuestras actitudes y nuestras acciones. Así como una pequeña vela disipa la oscuridad en una habitación, una vida guiada por el Espíritu Santo puede traer esperanza donde hay temor, alegría donde hay tristeza y verdad donde reina la confusión.
Jesús no dijo “guarden su luz”, sino “hagan brillar su luz delante de todos”. En tiempos donde muchos se visten de oscuridad, nosotros podemos “vestirnos de Cristo” (Romanos 13:14) y mostrar al mundo una luz diferente: la luz del amor de Dios que no se apaga.
Una madre contaba que cada año, en la noche de Halloween, ella y sus hijos en lugar de participar en las actividades del vecindario, se reunían en casa para orar por sus vecinos y preparar bolsitas con dulces y versículos bíblicos. Los niños salían a repartirlas con sonrisas y palabras de bendición. Con el tiempo, varios vecinos se acercaron a agradecer y preguntar por qué lo hacían. Su respuesta fue simple: “Queremos compartir la luz de Jesús”. Lo que comenzó como un gesto pequeño se convirtió en una oportunidad para sembrar fe y esperanza. Brillar no es hacer algo grande, es dejar que Jesús se vea en lo que hacemos.
Hoy, más que nunca, el mundo necesita ver a familias que reflejen la luz de Jesús. Padres que oran con sus hijos, que hablan acerca de Él con alegría y que enseñan con su ejemplo que el bien siempre vence al mal. En lugar de temer la oscuridad que nos rodea, recordemos que una chispa de fe puede iluminar toda una noche.
Oración:
Señor Jesús, gracias porque Tú eres la luz que alumbra toda oscuridad. Ayúdame a brillar con tu amor y tu verdad en mi hogar, en mi barrio y dondequiera que vaya. Que mi vida sea un reflejo de tu gracia para que otros puedan verte a Ti a través de mí. En el nombre de Jesús, amén.
Rodrigo & María Helena Yepes
Spiritual Care Coordinator