El mundo en el que vivimos hace mucha presión acerca de quiénes somos y lo que debemos hacer. Muchos padres, aún creyentes en el Señor Jesucristo, se enfocan en el desempeño académico, deportivo, artístico y cualquier otro que le permita a sus hijos “brillar” en el mundo.
Se considera a una persona exitosa cuando tiene dinero, fama y poder. Dinero para poder vivir según los estándares de comodidad de la cultura. Fama para hallar valor personal, honra y reconocimiento. Ser reconocido es ser “importante”. Las redes sociales se han encargado de hacerle creer a las personas que si nadie las conoce o reconoce no tienen valor. Poder para poder influenciar o mandar a los que están alrededor y obtener lo que se desea.
Pero la Palabra de Dios nos muestra que lo importante no es el dinero, ni la fama, ni el poder. Lo importante es saber quién soy en Jesús y hacer lo que Él me manda a hacer.
Juan el Bautista sabía quién era y cuál era su misión. Él no dejó que las opiniones y presión de los demás acerca de él, lo desviaran de su tarea ni lo sedujeran para ser reconocido. Él respondió con total claridad:
Yo no soy el Cristo…
Yo soy la voz de uno que grita en el desierto…
¿Quién eres tú? ¿Cuál es la tarea que Dios te ha encomendado? ¿Quiénes son tus hijos? ¿Cuál es la misión que Dios tiene para ellos?
Invertimos mucho, esfuerzo, tiempo y dinero en preparar a nuestros hijos para ganarse la vida en el mundo, pero cuánto tiempo invertimos en prepararlos para la misión de ganar y discipular a otros preparando el camino del Señor. Oramos para que Dios bendiga a nuestros hijos, eso está bien, pero ¿cuánto tiempo hemos orado preguntándole a Dios quiénes son nuestros hijos y cuál es la misión de cada uno?
Este es el tiempo para prepararlos invirtiendo en la vida espiritual de ellos y para su eternidad. El éxito en Dios depende de lo que hagan aquí en la tierra a favor del reino, depende de cómo vivan y para quién vivan. Oremos que, como padres, podamos ser los que guían a sus hijos a encontrar su identidad y propósito en Dios.
Oremos:
Padre Celestial, gracias por tu amor por mí y por mi familia, Hoy vengo delante de ti a pedirte perdón por las veces que me he enfocado en los negocios de este mundo, porque sin darme cuenta, he sido guiado por el deseo de tener dinero, fama y/o poder. Ayúdame a vivir en el propósito que tienes para mí y también dame la sabiduría para guiar a mi familia a encontrar su identidad y propósito en ti; que podamos vivir sembrando para la eternidad. En el nombre de Jesús, amén.
Rodrigo & María Helena Yepes
Spiritual Care Coordinator