Pero, cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo
Los queremos invitar a conversar sobre la Palabra de Dios en la intimidad de sus familias. En esta ocasión, es importante que lean juntos el pasaje de Tito 3:4-5, que nos habla sobre la salvación a través de la misericordia divina.
En estos versículos, el apóstol Pablo nos recuerda que, cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, Él nos salvó. Es importante destacar que nuestra salvación no se basa en nuestras propias obras de justicia, sino en la misericordia de nuestro Creador. No hay nada que podamos hacer para merecerla, pues es un regalo gratuito que viene de Dios.
El pasaje continúa diciendo que fuimos salvados mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo. Aquí encontramos un mensaje de esperanza: cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, experimentamos un cambio profundo en nuestro interior. Nuestro ser es renovado y regenerado por el poder del Espíritu Santo.
La misericordia de Dios es un acto de amor incondicional. A pesar de nuestras faltas y pecados, Él decide perdonarnos y brindarnos una oportunidad de comenzar de nuevo. No importa cuán grandes hayan sido nuestros errores, Su misericordia es mayor. Esto nos llena de gratitud y nos impulsa a vivir una vida en obediencia y gratitud hacia nuestro Salvador.
Es esencial recordar que la salvación por la misericordia de Dios no solo nos beneficia individualmente, sino que también nos llama a ser instrumentos de Su amor y gracia hacia los demás. Debemos mostrar compasión y misericordia a aquellos que nos rodean, tal como Dios lo hizo con nosotros. Ser testigos del poder transformador de la misericordia divina nos motiva a compartir el mensaje de salvación con otros.
Queridas familias, reflexionemos en la maravillosa salvación que hemos recibido por la misericordia de Dios. Agradezcamos cada día por Su amor inagotable y compartamos esa esperanza con aquellos que aún no la conocen. Permitamos que la misericordia de Dios nos transforme y nos impulse a vivir una vida que le sea agradable. Que Su amor y gracia abunden en nuestro hogar y nos conviertan en reflejos de Su luz para el mundo.