¡Caos! Es lo que estamos viviendo a nuestro alrededor. Familias en conflicto, escasez laboral o financiera, decisiones erradas, nuestra nación en desconcierto y muchas situaciones más que llenan nuestro corazón y pensamientos de incertidumbre, ansiedad y estrés. Cada día enfrentamos circunstancias que nos pueden robar la tranquilidad de tal manera que afectan nuestro cuerpo, alma y espíritu.

Sin embargo, la Palabra de Dios nos recuerda que la verdadera paz no depende de las circunstancias, sino de la presencia constante del Señor en nuestra vida. El apóstol Pablo escribió estas palabras a una iglesia que enfrentaba la oposición y la ansiedad, y su deseo era claro: que la paz de Cristo llenara cada aspecto de sus vidas.

En nuestros hogares también puede haber momentos de tensión, malentendidos o cansancio. A veces el ruido de la rutina, las discusiones o las preocupaciones económicas parecen más fuertes que la voz de Dios. Pero incluso allí, en medio del desorden, Él sigue siendo el Señor de paz. Su presencia puede calmar tormentas, traer serenidad al corazón y renovar nuestras fuerzas para amar y perdonar.

En otra carta, el mismo apóstol Pablo nos da una clave práctica para experimentar esa paz:

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

Filipenses 4:6-7 NVI


No se trata de negar los problemas, sino de entregarlos al Señor. Cuando oramos, no solo buscamos respuestas, sino que permitimos que Dios gobierne nuestro interior. Su paz actúa como un escudo que protege nuestra mente del miedo y del desánimo.

Imagina tu hogar como un pequeño puerto en medio de un mar agitado. Afuera puede haber tormentas —económicas, sociales, emocionales—, pero dentro, la presencia de Cristo puede mantener la calma. Si cada día invitamos al Señor Jesús a ser el centro de nuestra vida y familia, la atmósfera cambiará trayendo la paz que sobrepasa todo entendimiento a nuestra mente y corazón.

Hoy Dios quiere recordarte que no necesitas esperar a que todo esté bien para tener paz. La paz no llega cuando los problemas terminan, sino cuando Cristo reina en el corazón. Él sigue diciendo: “La paz les dejo, mi paz les doy” (Juan 14:27 NVI). Que esa paz llene tu hogar, tus pensamientos y tus relaciones, incluso en medio del caos.

 Oración:
Padre Celestial, gracias porque en Ti encuentro una paz que el mundo no puede dar ni quitar. En medio de los ruidos y preocupaciones de la vida, enséñame a descansar en Ti.
Trae calma a mi hogar, armonía a mis relaciones y serenidad a mi mente. Que tu paz gobierne mis pensamientos y mis palabras para que mi familia pueda verte reflejado en mí. En el nombre de Jesús, amén.

Rodrigo & María Helena Cortés

Spiritual Care Coordinator

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