Hace varios años cuando fui profesora de música, uno de los temas que trabajamos con los alumnos de Elemental era el silencio; hacíamos varias actividades y entre ellas una en la cual los estudiantes debían sentarse muy quietos y alertas haciendo silencio por un par de minutos para escuchar los sonidos del ambiente.

Les era muy difícil quedarse quietos y en silencio simplemente escuchando, pero cuando lo lograban se admiraban de cuántas cosas podían escuchar sin estar distraídos y hablando.

Lo curioso es que siendo adultos tenemos la misma dificultad para guardar silencio y escuchar como los niños. Generalmente estamos distraídos o hablando; hablando en el trabajo, con nuestra familia, con los amigos y si no estamos hablando estamos escuchando música o viendo un video. A muchos, el silencio los asusta e inclusive hay algunos que sí están en silencio, pero su mente está ocupada pensando en infinidad de cosas.

 

 Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.

Lamentaciones 3:26

Es difícil y para algunos casi imposible, quedarse quietos y permanecer en silencio verbal y mentalmental. En Su Palabra, Dios nos anima a guardar silencio y quedarnos quietos en Su presencia para escucharle. Cuando nos quedamos quietos y en silencio podemos oír Su voz. Al enfocar nuestros pensamientos en el Señor Jesús y disponer todo nuestro ser para estar quietos y en silencio seremos sorprendidos con Su presencia, con Su paz y dirección específica para nuestra vida…

Solo hay que recordar que no sucederá inmediatamente, el salmista nos dice: …espera en Él con paciencia … Esperar con paciencia a que Él hable, nos calme, actúe o haga lo que quiere hacer en nosotros y a través de nosotros.

Espera en silencio pacientemente en la presencia de Dios y Él te sorprenderá-

Durante esta semana

Al inicio de tu tiempo devocional, antes de empezar a orar, toma dos minutos en silencio mental y quietud física. Apaga el celular y entra en un lugar privado. Piensa solo en Jesús y nada más. No dejes que tu mente viaje a las preocupaciones del día ni del mañana, esfuérzate por no perseguir ideas ni sueños, mantén tu mente y oído enfocados solo en el Señor. Si te distraes y empiezas a hablar, pedir o quejarte regresa el enfoque a Jesús y continúa.

Si haces de esta práctica algo habitual y la expandes en tiempo, pronto empezarás a escuchar Su voz.

 

Oremos: Padre, gracias por darme dominio propio y el poder para dirigir mi mente y cuerpo para estar presente ante tí sin distraerme. Ayúdame a ir ante tu presencia, guardar silencio y esperar en ti. Es mi deseo oir tu voz para obedecerte, en el nombre de Jesus, amén

 

Rodrigo y María Helena Yepes

Spiritual Care Coordinator

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