¡Ya casi, faltan … días para terminar el año escolar! Es común escuchar esta frase en estos días en el colegio. Falta poco para llegar a  la meta, concluir el año escolar bien y pasar al siguiente año. Todos los involucrados, padres, profesores, administrativos y alumnos queremos cerrar el ciclo bien, sentir la satisfacción de concluir bien el reto enfrentado. 

Pensando en la eternidad cuando nos encontremos cara a cara con Jesús mi mayor anhelo que es que Él me diga que lo hice bien, que está contento con lo que hice aquí en la tierra que fui fiel en la tarea que me encomendó de amar y servir a mi familia, a la familia de la fe y a todos los que tuve la oportunidad de conocer e interactuar con ellos. La alegría de poder estar con Jesús será la mayor recompensa, como dice la Palabra: … compartir la felicidad con tu Señor.

Muchas personas, y aún nosotros, nos enfocamos en la recompensa, en el premio, pero lo que me llama la atención de este versículo es que el Señor quería compartir la felicidad con su siervo. ¡Quería celebrar con él sus logros, que lo había hecho bien! Jesús dijo en esta parábola que así sería en el reino de los cielos, Él quiere compartir con nosotros la alegría de haber hecho bien nuestra tarea aquí en la tierra.

Cuando nuestros hijos estaban en el colegio, solíamos celebrar con un almuerzo la finalización de cada año, hacíamos algo en donde pudiéramos compartir juntos y gozarnos por llegar a la meta propuesta. Tuvimos años difíciles, pero siempre celebrábamos; no las notas o los diplomas recibidos, sino el esfuerzo, su crecimiento espiritual y como personas.

Hubo un año en el que nuestro hijo estaba muy triste, había sido un año difícil para él en varios aspectos, terminó el año escolar y académicamente le fue bien pero estaba triste porque no había logrado su meta personal. Igual fuimos a celebrar y él nos dijo, no hay nada que celebrar, le dijimos ¡claro que sí hay qué celebrar! Celebramos tu vida, celebramos que te esforzaste, que este año te hizo crecer como persona y depender de Dios, celebramos a tu hermana y sus logros, eso es lo importante. Así fuimos a pasar tiempo juntos y nos gozamos por todos los aprendizajes de ese año.

Como padres debemos seguir el ejemplo de Jesús y celebrar. Gozarnos con los aprendizajes y no sólo con el logro, celebrar el poder estar juntos y disfrutar los éxitos. Estar alegres con las lecciones recibidas, las personas que conocimos y que bendijeron nuestra vida y nos hicieron crecer. ¡Hay mucho por qué celebrar!

Padre Celestial, te doy gracias por tu amor por mi y mi familia, te doy gracias porque estás atento a mi trabajo y servicio hacia los que me rodean. Gracias porque tengo la esperanza que un día te veré cara a cara y celebraremos el trabajo que hice aquí en la tierra. Mientras ese día llega te pido que me ayudes a hacer bien la tarea que me encargaste y que aprenda a celebrar los logros pequeños o grandes de los que me rodean, especialmente los de mi familia. Ayúdame a gozarme con sus victorias espirituales y relacionales, no sólo las académicas. Que pueda ver como crecemos en todas las áreas como Jesús lo hizo. Oro todo esto en el nombre de Jesús, amén.

 

Rodrigo & María Helena Yepes

Spiritual Care Coordinator

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