Jesús tenía muy clara su tarea, varias veces le escuchamos decir que Él vino a hacer lo que el Padre le dijo que hiciera, nunca se quejó de la labor que se le había encomendado. Tenía muy clara su misión: Jesús vino a servir y a dar su vida en rescate por muchos. Nuestra tarea es llegar a ser como Jesús, así que nosotros vinimos a servir y a dar nuestra vida para que las personas a nuestro alrededor puedan conocer y disfrutar el amor que Dios tiene por ellos.

Servir a los demás es más fácil decirlo que hacerlo, usualmente servimos a los demás según lo que nosotros creemos que es lo mejor para ellos. Como padres servimos a nuestros hijos, proveemos para ellos queriendo lo mejor y muchas veces con esa idea en mente pasamos de servirles a ser sus esclavos; ellos se convierten en pequeños tiranos que gobiernan en la casa y en otros lugares también.

Si observamos detenidamente el servicio que Jesús hizo, nos damos cuenta de que fue hacer la voluntad del Padre.  Jesús no sirvió a los hombres según los estándares que ellos tenían, no les sirvió como ellos querían; Jesús sirvió como le había sido indicado por Dios. Jesús pasó tiempo en oración con Su Padre para poder saber cómo debía servir a las personas que había sido enviado. Su servicio llegó al punto de dar su vida por los demás.

Muchas veces nos encontramos desgastados porque hemos servido y no vemos ningún fruto en las personas a las que servimos, pueden ser nuestros hijos, cónyuge, padres, familiares y amigos. Esto hace que nos desanimemos y aún enfermemos porque ya no tenemos nada que dar.

Antes de llegar a ese punto deberíamos preguntarnos ¿Antes de servir a esta persona en específico le pregunté a Dios cómo servirla? ¿Qué quiere mi Padre Celestial que haga para mostrarle Su amor a las personas que me envió a servir? 

Jesús sirvió con un propósito eterno, dar Su vida en rescate por muchos, nosotros también debemos recordar en todo momento que no servimos solo por servir, sino que debemos servir como Jesús sirvió y teniendo en mente la razón por la cual servimos a los demás.

Pasar tiempo con el Padre para poder saber cómo y cuándo servir a los que Él quiere que sirva. Ese es el inicio de nuestro servicio, escuchar a Dios para luego agradarle con nuestro servicio.

Oremos:

Padre Celestial, en este día reconozco que muchas veces he servido a los demás con amor, pero sin preguntarte cómo debo hacerlo para que tenga un propósito eterno y te agrade a ti. Hoy te pido que me ayudes realmente depender de tu guía al preguntarte cómo quieres que sirva a las personas que has puesto a mi alrededor. Anhelo que mi servicio tenga fruto y pueda gozarme contigo a medida que lo hago. En el nombre de Jesús, oro, amén.

Rodrigo & María Helena Yepes

Spiritual Care Coordinator

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