Cuando logramos establecer una relación personal con Jesús podemos estar seguros que no vamos a estar solos o desprotegidos “pues en Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17:28).
Si en Él vivimos, nos movemos y existimos es apenas lógico que lo amemos y el amar a Dios nos da la más grande garantía, una protección sobrenatural. Es como un tipo de súper escudo universal que no nos permite fallar.
Una póliza de seguros
Amar a Dios es como tener una póliza de seguros que convierte todo lo “malo” que nos sucede en algo bueno. Todas las cosas “malas” que nos suceden se transforman en bendiciones, ¡todas! La pérdida de un empleo, la muerte de un ser querido, la llanta pinchada, el trancón para llegar a una cita, la mala noticia del doctor… Si amamos a Dios todas las situaciones, que desde nuestro punto de vista creemos que no son buenas, nos ayudan para bien (Romanos 8:28).
No importa la situación que estemos viviendo o los lugares tenebrosos que estemos atravesando, donde quiera que estemos o vayamos Dios está ahí con nosotros para apoyarnos y sostenernos cuando sea necesario.
No es algo que dependa de nosotros, Dios siempre está con nosotros. No hay forma de escapar de Él, no tendría ningún sentido. No hay forma de huir de la presencia de Dios, ¿quién quisiera hacer algo tan ilógico?
¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu! ¡Jamás podría huir de tu presencia! Si subo al cielo, allí estás tú; si desciendo a la tumba, allí estás tú. Si cabalgo sobre las alas de la mañana, si habito junto a los océanos más lejanos, aun allí me guiará tu mano y me sostendrá tu fuerza.
Salmo 139:7-10
Si bien Dios siempre está con nosotros y su Santo Espíritu mora en nosotros, esto no viene por defecto, sin ningún tipo de esfuerzo.
Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Deuteronomio 28:2 |