¿Te has imaginado tu vida sin amor? ¿Has sentido alguna vez que nadie te ama? No dejes que lleguen a ti pensamientos engañosos. Ningún ser humano fue creado para vivir sin amor, todos tenemos la posibilidad de ser amados con amor eterno. Alguna vez has pensado ¿Qué pasaría si hoy fuera el último día de tu vida? ¿Cómo sería tu día? Toma unos minutos y hazte estas preguntas. Piensa, si mueres hoy ¿Dónde pasarás la eternidad?

Hay preguntas que nos dejan más preguntas, nos generan más interrogantes y por más que lo intentemos, no logramos tener respuestas. Solamente en Dios y sus promesas logramos encontrar paz que sobrepasa todo entendimiento, cuida nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:7). Solamente en Dios encontramos el amor verdadero y eterno. Solamente en las promesas de Dios que se han perfeccionado con Jesús encontramos respuesta a nuestras necesidades.

A continuación, encontrarás tres maravillosas promesas que Dios nos ha hecho y que han sido perfeccionadas a través de Jesús:

  1. Dios nos ama y quiere que tengamos vida eterna y en abundancia. Mientras que el enemigo llega a robar, matar y destruir, Dios nos ama y entregó a su único hijo para nuestra salvación (Juan 3:16 y Juan 10:10). Jesucristo en la cruz realizó la demostración más grande de amor en la historia de la humanidad. Sin haber cometido pecado alguno, Dios lo trató como pecador por amor a nosotros (2 Corintios 5:21).
  2. Sustitución. Nuestros pecados nos alejan del amor de Dios (Isaías 59:2) y nos hacen merecedores de la muerte (Romanos 6:23) pero el amor de Dios nunca se acaba y a través de Jesús tenemos la salvación. Él pagó el precio total de nuestra salvación y murió en la cruz sin ser pecador. Jesús tomó nuestro lugar por amor a nosotros (Romanos 5:8).
  3. Salvación. Todos fuimos creados por Dios, pero no todos somos hijos de Dios, esto es un privilegio que adquirimos cuando aceptamos a Jesús (Juan 1:12). Por culpa de nuestros pecados estábamos perdidos (Efesios 2:5) y Dios toca nuestra puerta porque quiere entrar (Apocalipsis 3:20) para que seamos salvos, todo lo que debemos hacer es declarar que Jesús es el señor y salvador y creer en nuestro corazón que Dios lo levantó de entre los muertos (Romanos 10:9). El pecado ya no nos aleja de Dios porque Jesús nos limpia de todo pecado y nos ha hecho salvos (1 Juan 1:7).
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