open hand - service

En la actualidad es común encontrar líderes cristianos de todas las denominaciones desinformando, descontextualizando y manipulando la iglesia de Cristo. Gracias a las tesis reformadoras de Martín Lutero, hoy sabemos que una sana doctrina no fundamenta la salvación de la humanidad en las obras que se hacen o dejan de hacer, pero como nos enseña Santiago ampliamente en su libro: “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:14-17).

La Palabra de Dios nos enseña claramente las obras que Dios espera de nosotros como sus hijos. Jesús –como es apenas lógico– nos invita a realizar esas obras, no para que seamos salvos sino porque ya somos salvos. Dentro del abanico de obras que le dan vida a nuestra fe, el servicio es, tal vez, lo que primero saltaría a la vista para encabezar el listado de dichas obras. En el Sermón del Monte, Jesús nos invita a ayudar a los pobres y nos da instrucciones para cuando damos: “No sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”; estas instrucciones también aplican cuando servimos. No todas las personas a nuestro alrededor necesitan saber lo que hacemos, no todo el trabajo con los más necesitados debe tener publicación en redes sociales. Hay una parte del servicio que pertenece a nuestra intimidad con nuestro Padre, “El Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:3-4).

El deseo natural del hombre

En el mundo contemporáneo, la influencia mediática y la pérdida de principios y valores Cristo-céntricos han hecho que el pueblo cristiano desvíe sus planes del deseo de Dios. Históricamente el hombre ha luchado incansablemente por posiciones de poder y reconocimiento que los ubique por encima de la población promedio. Es común que las personas escojan a sus amigos por el ’mejoramiento’ en estatus que le podría representar. En la Biblia encontramos varios relatos de este tipo, pero acercándonos al tema principal del servicio, sería muy prudente aprender con la historia narrada por Marcos en el capítulo 10 entre los versículos 35 y 45, la cual vamos a ver por secciones. Iniciamos con Marcos 10:35-37

“Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”.

Vemos a Jacobo y Juan pidiéndole a Jesús un lugar privilegiado, como si ser de los primeros en ser llamados por Jesús, significara que deberían ser los primeros en gloria. Ellos no tenían ni idea de lo que estaban pidiendo. Si su petición hubiera sido respondida literalmente por Jesús, hoy sabríamos el nombre de los dos ocupantes de las cruces a la derecha e izquierda de Jesús en el monte del Calvario. Como lo menciona David E. Garland en su obra Aplicación y comentarios del Evangelio según Marcos (NIV), ser crucificados con Jesús hubiera sido un honor para cualquier hombre:

“Pero los hermanos Zebedeo no están pidiendo el honor de ser crucificados con Jesús. Lo que ellos realmente esperan es un reino para ellos, donde ellos puedan imponer su propia voluntad sobre los demás. Ellos esperan reemplazar la estructura de fuerza opresora autoservidora de los romanos por su propia estructura de fuerza opresora autoservidora. Nada cambia excepto los nombres de los gobernantes” (Garland 1996, 411).

Estos dos hombres esperaban una posición de poder que les permitiera estar por encima de los demás, pero en su petición a Jesús solo nos demuestran su nivel de desconocimiento de los planes divinos. Una vez más, vemos que los planes de Dios siempre son mejores que nuestros propios planes, como veremos a continuación.

El desconocimiento del hombre

La respuesta de Jesús nos deja clarísimo que Jacobo y Juan no sabían lo que pedían. Eso es una pequeña representación del resto de la humanidad. Jesús no solo les hace evidente su desconocimiento, sino que les explica, en Marcos 10:38-40, el motivo por el cual su petición no es posible:

“Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?

Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado”.

Seguramente los hijos de Zebedeo interpretaron las palabras de Jesús desde una perspectiva humana y solamente Jesús sabe lo que pasó por la cabeza de sus discípulos en ese momento. Es probable que ellos se hayan imaginado el vaso que Jesús bebería como la copa de un rey, hecha del oro más refinado y una figura perfecta delineando las curvas de un destino de realeza que lo llevaría a un sublime bautizo en medio de distinguidas y refinadas celebraciones.

Nada puede estar más lejos de la verdad. En la Biblia encontramos que el vaso significa sufrimiento (Isaías 51:17 y 22) y el bautizo, calamidad (Salmo 42:7 y 69:1). El vaso al que Jesús se refería era el mismo que, estando en la cruz, le clamó al Padre que pasara de largo. La respuesta de Jesús deja claro que ellos también pasarían por sufrimientos y calamidades. Vemos en Hechos 12:2 que Jacobo muere decapitado por orden de Herodes, y si bien Juan muere de viejo, experimentó que lo hubieran freído, más sus conocidos períodos en prisión.

El modelo del mundo

El deseo de estar al lado de Jesús ocupando un lugar de autoridad sobre los demás no era algo exclusivo de Jacobo y Juan. Los demás discípulos también tenían sus deseos al respecto, de hecho, se enojaron cuando escucharon todo lo que estaba sucediendo (Marcos 10:41). Jesús se da cuenta de lo que está pasando: ellos siguen sin entender el modelo de Jesús, aferrados al modelo del mundo. Entonces, Jesús interviene y les da una lección de vida y “les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad” (Marcos 10:42). Esto no es lo que Jesús quiere para quienes los seguimos, su modelo es mucho más que eso. Sus planes tienen mucho más que ver con el camino estrecho que con el amplio. Los planes de Jesús para nosotros tienen que ver con un bienestar supremo, una forma de privilegiar a los más necesitados. Cómo lo veremos en el próximo capítulo, el modelo de Jesús es un modelo horizontal en el que yo debo preocuparme más por los demás que por mí mismo para que la relación vertical (con Dios) sea una relación más cercana y más parecida al ejemplo dado por Jesús.

El modelo de jesús

Jesús lo deja claro y las palabras usadas por Marcos no dan lugar a dudas en el capítulo 10:43. El punto es claro de entender: “No será así entre vosotros”, no es lo que Jesús espera de nosotros. La grandeza del cristiano no radica en sus títulos, cargo, posesiones o círculos sociales. La grandeza del cristiano radica en el servicio: “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero será siervo de todos” (Marcos 10:43-44).

Alguien dijo alguna vez: el ejemplo no es una forma de enseñar, es la única. Jesús lo tenía clarísimo, no hubo una sola de sus enseñanzas que Él no hubiera modelado para nosotros. Si Él nos pidió que amáramos a nuestros enemigos, es porque Él mismo lo hizo. Si Jesús nos pidió tomar el camino estrecho, es porque Él mismo lo tomó. Si Jesús nos pidió dar de beber al sediento y de comer al hambriento, es porque Él mismo lo hizo. Liberar al oprimido, ir y hacer discípulos, construir sobre la roca, perdonar a quienes nos ofenden, y todas las demás cosas que Jesús nos pidió que hiciéramos o dejáramos de hacer, son porque Él mismo lo podía hacer y, en efecto, lo hizo. Justo después de decirle a sus discípulos que para ser los primeros deberían hacerse servidores, Jesús resalta su propio ejemplo en Marcos 10:45: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

Jesús entregó su vida en rescate por nosotros. Se hizo siervo y un día vimos sus manos clavadas en un madero por nuestros pecados. Esas mismas manos que de niño empuñaban las Sagradas Escrituras, las mismas manos con las que ayudaba a su padre en la carpintería y con las que volcó las mesas de los comerciantes en el templo fueron clavadas por ti y por mí… Jesús se hizo siervo para que tú y yo fuéramos justificados.

¿Qué tan maravillosa puede ser esta enseñanza? Nosotros, entre muchas otras personas,  somos el motivo por el cual Él vino a la tierra. Él mismo vino a servir su vida en una cruz para que nosotros pudiéramos vivir. Esa es la base de todo, si logramos entender esto, nos resultará fácil entender que, siendo Jesús el modelo a seguir, nuestro primer objetivo en esta vida debe ser servir, incluso con nuestra vida si fuera necesario. Si bien los seguidores de Cristo podemos ocupar posiciones de poder (en verdad creo que el mundo lo necesita), lo debemos hacer siguiendo el modelo de Jesús, que es a través del servicio, y no el modelo del mundo. ¿Quieres ser gerente? ¿Quieres ser alcalde? ¿Quieres ser presidente? Comienza siendo un siervo hoy. Nuestro lugar no está al otro lado de la puerta grande sino de la puerta estrecha; a nuestro lugar se llega por el camino angosto.

Bibliografía

Garland, David E. The NIV Application Commentary to contemporary Life. Grand Rapids: Zondervan, 1996.

 

 

 

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2 comments

  1. Adriana Enriquez

    Gracias que gran desafío , vivir para servir como lo hizo Jesús.

  2. César Garzón

    Enseñanza para todas las actividades que realizamos a diario en nuestra vida, para alcanzar y ocupar los lugares de privilegio que Dios tiene para nuestras vidas debemos servir.

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