A lo largo de la historia de la humanidad encontramos muchos pactos hechos por Dios con el hombre y muchas promesas dadas por Dios a la humanidad. En los libros del antiguo testamento encontramos pactos desde el momento en que Adán y Eva pecaron contra Dios con su desobediencia y vemos cómo Dios les dio consecuencias, pero también les prometió salvación mediante la simiente de la mujer. Esta semana continuamos con nuestra lectura en el capítulo 11 del libro escrito para los cristianos hebreos mientras enfrentaban una fuerte persecución social por parte de los judíos y los romanos. Los versículos del 8 al 10 nos hablan de “la promesa” de Dios a quien es conocido como el padre de la fe monoteísta, ¿cuál fue la verdadera promesa que Dios hizo a Abraham en cuanto a la tierra prometida? ¿Se refirió Dios realmente a una tierra geográficamente hablando?

Hebreos 11:8-10 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Al analizar este versículo parte por parte encontramos una bonita y reveladora enseñanza en cuanto a la obediencia, la confianza, la promesa de Dios y lo que realmente significa esa promesa:

  • Versículo 8a – Obediencia:

“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia”.

Con frecuencia le prestamos más atención a: “[…] al lugar que había de recibir como herencia” e ignoramos “Abraham, siendo llamado, obedeció […]”. Es importante entender que la obediencia es una forma de mostrar a Dios nuestro amor. 1 Juan 2:5 “[…] el amor de Dios se manifiesta plenamente en la vida del que obedece su palabra”.

  • Versículo 8b – Confianza:

“Salió sin saber a dónde iba”. No es necesario saber para dónde vamos si es Dios quien nos guía. Él, con toda seguridad, sabe a dónde nos quiere llevar y con todas las cargas y preocupaciones que el mundo pone sobre nuestros hombros, no debería ser una preocupación para nosotros saber lo que Dios nos tiene en el futuro, nos basta con saber que es para bien. Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”.

  • Versículo 9 – La promesa:

Si bien Abraham no sabía a dónde iba, estoy seguro que sabía que era un buen lugar. No le importó ser extranjero porque entendía que ese lugar era su tierra prometida, no solamente para él sino también para su descendencia, tal como Dios se lo prometió a Adán y Eva. “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa”.

  • Versículo 10 – El significado de la promesa:

Vemos, entonces, que Dios le promete a Abraham una “tierra”, una ciudad bien fundamentada que fue diseñada y construida por Dios: “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” y es aquí que surge la inquietud si la promesa realmente era una porción de tierra, geográficamente hablando, o si la promesa era una representación de algo más grande y duradero.

En realidad, la tierra prometida a Abraham por parte de Dios se refería a ambas cosas. Dios conoce muy bien nuestras necesidades y, por lo tanto, el significado de la “tierra prometida” es tanto literal como metafórico.

La tierra prometida a Abraham es el territorio conocido en la geografía universal como el país de Israel, una nación relativamente nueva y pequeña pero en la cual se puede ver el poder y respaldo de Dios, solo basta con echar un vistazo a su economía, su poder militar y su desarrollo en infraestructura, entre otros. La tierra prometida que Abraham esperaba mientras moraba en tiendas, descrita también como “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”, no solo se refiere a Israel. No solamente es un ¿Dónde? sino un ¿Quién?

Abraham y toda su descendencia no solo disfrutarían del lugar donde fluye leche y miel sino también de alguien representado en los fundamentos de aquel lugar:

1 Corintios 3:11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

Ahora en Cristo nuestros sacrificios no son necesarios porque Él mismo fue el sacrificio. Nuestros pecados ya no pesan más porque Él los cargó todos en la cruz por nosotros. Ni la desobediencia de Adán y Eva, ni las mentiras del mismo Abraham, ni el engaño de Isaac, ni el asesinato cometido por Moisés podrán apartarnos de la promesa de salvación en Jesucristo porque nuestra salvación solamente sucede por la gracia de Dios que ha sido manifestada en Su promesa de un redentor que llegaría de una vez por todas.
Esta es una maravillosa promesa, el pueblo escogido por Dios tendría un lugar para estar a salvo y un salvador puesto ahí por Dios para garantizar el pacto de salvación por la eternidad (Por tanto, Jesús ha llegado a ser el que garantiza un pacto superior. Hebreos 7:22).

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One comment

  1. Natalia Gaviria

    Mr. Ochoa:
    Agradecemos el análisis y la interpretación de esta Palabra, muy interesante para compartir con nuestros hijos.

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