Esta frase que se le atribuye a David Stevens es usada por quienes creen en Dios y por quienes no. En la Biblia hay un personaje que, creyendo fielmente en Dios y sus promesas, tenía claro que “Una mentira es una mentira, incluso si todo el mundo la cree”, pero “La verdad es la verdad, aunque nadie la crea”. Jesús dijo que Él es “el camino, la verdad y la vida”, sus palabras fueron registradas en Juan 14:6. Pero el personaje del que hablamos hoy, mostró con su fe y sus acciones una aplicación práctica desde el Antiguo Testamento y el tiempo terminó dándole la razón. Veamos si sabes de quien estoy hablando: este personaje no fue conocido por su gran fe, sino por creer las promesas de un gran Dios. Muy pocas personas saben que su nombre significa “perro”, pero muchos saben que era muy optimista. Fue uno de los dos únicos adultos de la generación que salió de Egipto que realmente entró en la Tierra Prometida. Él fue muy obediente al hacer lo que se le pidió que hiciera en la tierra de Canaán. A estas alturas, ya debes saber que estamos hablando de Caleb. Luego de analizar un par de versículos en los que comparamos la actitud de sus colegas con la de Josué y Caleb, veremos lo que Dios piensa de Caleb y Su promesa hacia él.

En Números 13 encontramos la narración en la que Moisés envía una docena de hombres a explorar la tierra de Canaán en obediencia a Dios. Dentro de ellos se encontraban Caleb representando la tribu de Judá y Josué de la tribu de Efraín (anteriormente llamado Oseas, uno de los profetas menores). Al regresar, la mayoría de estos hombres entregan el siguiente informe “Fuimos al país al que nos enviaste, ¡y por cierto que allí abundan la leche y la miel! Aquí pueden ver sus frutos”, hasta aquí toda va bien, pero lo que reportan a continuación es algo con lo que Caleb no está de acuerdo: “Pero el pueblo que allí habita es poderoso, y sus ciudades son enormes y están fortificadas. Al escuchar esto, Caleb quiso intervenir siendo más optimista. No obstante, los demás continuaron con el pesimismo que observamos en el versículo 31: “No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros!”. Incluso difundieron información falsa: “La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes” y se pusieron un lugar de inferioridad que Dios no les había asignado: “los hombres que allí vimos son enormes […] Comparados con ellos, parecíamos langostas”.

El reporte de estos hombres, lleno de pesimismo, desconfianza en Dios, mentiras y exageraciones contrasta con el reporte de Caleb. En Números 13:30 cuando intentó interrumpirlos, les dijo frente a Moisés: “Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podremos hacerlo” y más adelante en Números 14:7-9 cuando el pueblo maquinaba en contra de Moisés y renegaba de lo que Dios había hecho, Josué y Caleb con gran dolor les dicen a los israelitas:

“La tierra que recorrimos y exploramos es increíblemente buena. Si el Señor se agrada de nosotros, nos hará entrar en ella. ¡Nos va a dar una tierra donde abundan la leche y la miel! Así que no se rebelen contra el Señor ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo!”

Posteriormente, Dios se hace escuchar por todos y le habla a Moisés: “¿Hasta cuándo esta gente me seguirá menospreciando? ¿Hasta cuándo se negarán a creer en mí, a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos? Voy a enviarles una plaga que los destruya, pero de ti haré un pueblo más grande y fuerte que ellos”. Como vemos desde Genesis, cuando los hombres tomas acciones que no agradan a Dios, sufren las consecuencias. Por otra parte, los hombres que toman acciones que agradan a Dios reciben recompensa. En un maravilloso contraste divino, Dios declara en relación a la Tierra Prometida que “Ninguno de los que me despreciaron la verá jamás”. Mientras que “[…]mi siervo Caleb, que ha mostrado una actitud diferente y me ha sido fiel, le daré posesión de la tierra que exploró, y su descendencia la heredará”.

Es hermoso ver que mientras los demás no habían creído las promesas de Dios, Caleb creyó en Él. Caleb sabía que la verdad es verdad, aunque nadie la crea y por eso escuchamos de Dios mismo que Caleb le “ha sido fiel”. La invitación hoy es a que nuestra familia completa crea en Dios y tengamos presente que Dios siempre cumple Sus promesas. Busca un espacio en familia, comparte esta historia y habla sobre la fidelidad de Dios hacia nosotros y nuestra fidelidad hacia Él. ¿Quieres ser como Caleb y Josué o quieres ser como los representantes de las demás tribus?

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